Oporto 2012. Huyendo de la tormenta (y 3)

Amanece. He dormido de un tirón pero ahora una fuerte resaca atenaza mi cabeza. «El que va de romería, se arrepiente al otro día», como decía mi abuela. Jorge no está en la habitación. Lógico ya que el omitió la fase «choricera» de la noche y bebió bastante menos que yo. Sí, ya lo se, soy un impresentable, ¿qué le vamos a hacer?

Me pego una ducha y bajo a desayunar. El desayuno del hostal es sencillo pero suficiente.  Cargamos las motos y salimos, que ya ha amanecido.

Supongo que la ruta será poco parecida a la original ya que no he sido capaz de revivir el GPS (bueno, tampoco lo he intentado) así que tengo que recalcular en el iGo y que sea lo que él quiera.

La ruta, finalmente, fue algo así:

El principio no fue muy divertido, entre rotondas, ciudades y «cincuentas», aunque algún que otro «noventa» nos deja animarnos un poco. Aunque la resaca me está machacando de lo lindo, el clima es perfecto, y repentinamente el GPS me dice «gire a la izquierda» y nos metemos en una carretera revirada, rodeada de arboles, con buen asfalto y poco, muy poco tráfico.

Un poco más adelante vemos una señal que indica algo relativo a «resaltes» en la carretera o algo así. No tardamos mucho en comprender qué decía el cartelito. Las alcantarillas en el asfalto, levantan como tres centímetros por encima de el. Impresionante, si pillas eso con la moto en plena tumbada, llegas a España de un salto. Por fortuna, las alcantarillas están en mitad del carril contrario y no molestan demasiado.

Parada para ibuprofenarse

Parada para ibuprofenarse

Seguimos de puerto en puerto hasta que llegamos a un pantano cerca de Adpropeixe. Precioso, un lugar precioso. Decido parar a tomar algo y, de paso, tomarme un ibuprofeno que aleje de mi este terrible dolor de cabeza. Tomamos algo, aliviamos nuestra vejigas, disfrutamos del paisaje y, …, continuamos hacia España.

Poco después de continuar, el dolor de cabeza se va disipando, pienso que debería haber tomado la pastilla antes.

Rudos moteros

Rudos moteros

La ruta hacia España es un puerto de buen asfalto, inmerso en un bosque frondoso, muy húmedo, con cascadas al borde de la carretera, extraños arboles cubiertos de musgo, helechos, una gozada para los sentidos. Rodamos despacio, disfrutando del buen tiempo y de las vistas y de las sensaciones.

Al coronar el puerto está la frontera. Hay un parking y hay bastante gente. Parece que la costumbre es pararse aquí a hacerse la foto. Emocionado como voy, no se me ocurre parar. Habría estado bien, pero bueno, no voy a dar la vuelta ahora.

Una vez que pasamos a España, el paisaje no cambia. Bosque frondoso, húmedo, buen asfalto. Desde aquí arriba vemos que el tiempo en España no va a ser tan bueno. De hecho la ruta nos dirige directamente hacia negros nubarrones.

Poco a poco nos hemos ido acercando a «la boca del lobo», incluso empieza a llover un poco, …, un poco más, …, goterones, …, ¡granizo! Parece que la cosa va ser complicada, incluso el granizo empieza a cubrir en la carretera. Circulamos con extrema precaución cuando el iGo me dice «gire a la derecha». Obedezco, no sin reservas ya que la nueva carretera parece peor, pero el iGo ha acertado. En seguida dejamos atrás la negra nube que amenazaba con descargar toda su ira sobre nosotros.

Seguimos avanzando mientras veo la tormenta por el retrovisor. Parece que ha virado y ahora nos sigue inexorable. Paro un momento a estirar las piernas, miro y ahí está, mirándonos, oscura y cruel. Pequeñas gotas mojan la visera de mi casco cuando continuamos. La nube parece que se ha extendido por nuestra izquierda, o tal vez la carretera, en su trazado nos ha acercado de nuevo a ella. Cuando parece inevitable el chaparrón, la suave, aunque entrecortada, voz del iGo me dice «gire a la derecha» de nuevo. Obedezco y, voilá, nos alejamos de nuevo de nuestra perseguidora.

Cuando pienso que la hemos dejado atrás, paramos para repostar. Cuando termino de repostar, miro atrás y allí está de nuevo. ¡Jo! ¡Esta cabrona está por no dejarnos en paz!

Parlamentemos y decidimos comer algo rápido aquí para que la lluvia no nos alcance. Nuestro objetivo son Las Médulas. Probablemente allí haga mejor tiempo. Comemos al lado de nuestras motos las viandas que nos quedan y, cuando empieza a llover, seguimos ruta.

Poco a poco nos acercamos a nuestra siguiente parada, pero ella sigue ahí, paciente, esperando su momento. Nos ha alcanzado. De nuevo la lluvia nos moja, parece que esta vez va a ser la buena. En el momento que me mentalizo y asumo que nos vamos a mojar, ¡ZAS! … y despues ¡BROOOOOOOOM! Un rayo ha rasgado el cielo impactando en el monte de al lado. Pocos segundos después el trueno me dice que no han sido imaginaciones. Bien, esto sí que no me gusta. Llueve y parece que nuestra amiga porta un buen aparato eléctrico. Tras unas cuantas chispas más, de nuevo el navegador me dice «gire a …» no me acuerdo, pero lo cierto es que era hacia donde no llovía.

Las Médulas

Las Médulas

Seguimos por carreteras secundarias hacia Las Medulas. Cuando llegamos, aparcamos las motos en el parking. Después de quitarme el casco, miro el cielo. Tras nosotros parece que viene «nuestra amiga» pero, mientras veníamos por la carretera veíamos nubes descargando agua en todas direcciones. Pensamos qué hacer. ¿Visitar Las Médulas? ¿Tirar hacia el norte? ¿Buscar la A6 hasta Astorga para, a continuación tirar hasta León y desde aquí a Oviedo todo por autopista?

Un potente trueno nos convence de esta última opción. Subimos de nuevo a nuestras motos y continuamos ruta. El camino hasta Astorga es aún seco. Al virar hacia León ya sufrimos varios chaparrones. Nada preocupante, salvo las nubes que vemos hacia el norte, Allí está descargando de lo lindo. Llegamos a León y tomamos la AP-66 camino a casa. Antes de llegar al peaje de La Magdalena, esto ya es el diluvio.Después del túnel del Negrón, la bajada hacia Pola de Lena es complicada, con mucho tráfico y mucha, mucha agua.

Llego a casa cansado, mojado, resacoso, ¡feliz!